Las teorías cognoscitivas se centran en el cómo se aprende; se sustentan en un postulado constructivista, en donde el sujeto construye su conocimiento del mundo a partir de la acción. El aprendizaje se considera no como un proceso pasivo y receptivo, no es una mera copia de la realidad sino como una complicada tarea que da significados, un proceso interactivo y dinámico a través del cual la información externa es interpretada y reinterpretada por la mente que va construyendo progresivamente modelos explicativos cada vez más complejos; por ello, es un proceso activo.
El aprendizaje se considera un proceso activo que da gran importancia al desarrollo de habilidades; al aprender a aprender.
Dar significado a la información se facilita cuando al aprendizaje se le sitúa o se le contextualiza. Los alumnos durante el aprendizaje deben realizar tareas y resolver problemas que pertenezcan al mundo real.
Se aprende mejor al interactuar con otras personas, al compartir percepciones, intercambiar opiniones e información y solucionar problemas en forma conjunta.
Para el cognoscitivismo el afecto y el conocimiento están estrechamente vinculados, las expectativas personales, la disposición, el interés y la motivación son determinantes en el grado del aprendizaje.
Al aprender se establece un vínculo entre la nueva información y los conocimientos previos, esto provoca que el aprendizaje sea subjetivo. Cada individuo a lo largo de su vida ha construido estructuras cognoscitivas con sus experiencias, emociones, miedos, intenciones y acciones que son únicas y personales y que servirán para dar sentido a la nueva información.
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